POR QUÉ BAILAR DANZA ORIENTAL

En la línea del primer artículo me centraré en el cuerpo, la llave para una mayor conciencia a todos los niveles.

¿Con qué pasos fortalecemos y flexibilizamos más las abdominales?      ¿No es por ello, que muchas personas se apuntan a danza oriental? ¿Cuántas principiantes se han sorprendido de todo el trabajo abdominal?

Para empezar me gustaría puntualizar o aclarar que la pelvis puede ser movilizada desde varias partes del cuerpo como las piernas, los glúteos, los abdominales, la propia musculatura profunda de la pelvis, y también, cómo no, en una combinación entre todos ellos.  En este segundo artículo quiero centrarme en el trabajo abdominal.



LA POSICIÓN BÁSICA
Para realizar un trabajo abdominal óptimo debemos  intentar mantener la pelvis con su propio peso (sin bascular). La curva lumbar de cada una se ha de respetar, (sin modificaciones óseas). Hemos de mantener los pies dispuestos en paralelo, los glúteos y las rodillas relajadas. La rotación de la pelvis en un sentido o en otro, en los siguientes movimientos, siempre viene dada por  las vértebras dorsales  D11 y D12 (zona de  gran movilidad). El recto anterior abdominal y el transverso se unen para mantener las vísceras contra el raquis. El suelo pélvico lo mantenemos activo para contrarrestar la presión abdominal. La musculatura profunda de la columna entra en acción, creando espacio entre vertebra y vertebra, aligerando el peso del tronco sobre la pelvis.

CÍRCULO O ELIPSE. Movimiento rotatorio alrededor del centro.
Desde la posición básica, adelantaremos la pelvis contrayendo los glúteos (único movimiento que realizamos con la contracción de glúteos). Al trasladar la pelvis hacia derecha o izquierda entran en acción los músculos oblicuos mayor y menor en contracción excéntrica. Cuando dirigimos la pelvis hacia atrás pondremos la atención en el recto anterior para evitar que la pelvis se bascule demasiado y proteger la zona lumbar. Sentiremos que el círculo que dibujamos con nuestra pelvis se hace alrededor de nuestro centro, como cualquier planeta alrededor del sol, sintiendo el cambio de peso en los pies.

OCHO O INFINITO. Un movimiento con dos direcciones, hacia delante o hacia atrás.
Para realizar el infinito hacia atrás utilizamos el oblicuo mayor, en contracción excéntrica. El oblicuo menor, es el protagonista cuando realizamos el infinito hacia delante.
El Oblicuo mayor, como su nombre indica, al ser más grande ofrece un movimiento más amplio, de ahí que visualmente sea más apreciable y también más fácil de realizar.
La parte complicada llega cuando has de mantener la parte superior “visiblemente” inmóvilLa musculatura anti gravitatoria entra en acción alargando la columna. El recto anterior y el transverso se unen para mantener las vísceras contra la columna y las fibras más altas del oblicuo mayor trabajan estáticamente, mientras las otras movilizan la pelvis. He aquí la dificultad, un músculo que tiene que realizar dos acciones diferentes, inmovilizar y movilizar.

MAYA U OCHO HACIA ABAJO.  Movimiento con dos direcciones, hacia arriba o hacia abajo.
Desde la posición básica, el Maya es un movimiento que lo iniciamos desde el cuadrado lumbar y lo completamos nuevamente con el oblicuo menor y mayor a la vez. El cuadrado lumbar se encuentra unido a la última costilla flotante y a la cresta ilíaca y lateralmente a las 5 apófisis transversas lumbares. Situado a ambos lados de la columna este músculo es el que nos ayuda a elevar la pelvis por el lado de la contracción, el primer movimiento para realizar el maya. El segundo movimiento es para alejar la pelvis del centro y bajarla,  para ello utilizamos los dos oblicuos. Si queremos, podremos utilizar la flexión de rodilla para alargar aún más esta musculatura y definir más el movimiento, mientras la parte superior del tronco se mantiene fija, creciendo hacia lo alto. Si queremos realizar el mismo movimiento en dirección contraria, hacia arriba, tendremos que invertir el orden con el que iniciamos el movimiento. Eso quiere decir, que empezaremos desplazando la pelvis hacia fuera (desde los oblicuos) y abajo (desde la flexión de rodilla), la elevaremos y la acercaremos hacia la columna con la acción del cuadrado lumbar.

Fortalecemos y flexibilizamos la musculatura abdominal y si le ponemos un poco de atención seguramente también estaremos trabajando el suelo pélvico. El hecho de movilizar la pelvis desde esta musculatura provoca  que se masajeen nuestras vísceras, nuestros órganos abdominales y pélvicos.

Las ya iniciadas y practicantes sabrán que significa sentirse muchas veces más energéticas, alegres, centradas, enraizadas, el sentir que te reencuentras. Sentimientos que seguramente florecen por el hecho de movilizar la pelvis alrededor del centro, con el círculo o elipse. El ocho, el infinito o el maya movimientos que siempre pasan por el centro del cuerpo (ombligo y el centro tendinoso del periné)... Entonces podemos decir que trabajamos con el centro y desde el centro, con el Hara según la tradición japonesa, con los primeros Chakras según los hindúes y con el Qui según la medicina china.

Nota: No siempre es fácil trabajar con el centro y desde el centro, también se despiertan otras emociones que quizás no sean tan agradables, quizás esta es la resistencia de algunas practicantes, resistencia que puede ser a nivel corporal que también es indicativo de lo emocional.


Espero que se despierte el interés en aquellas personas que dudan si bailar danza oriental o no y para las que ya estáis  “enganchadas” que hayáis descubierto algo nuevo, diferente o simplemente que os sea útil para tomar más conciencia. ¡¡Gracias por leerme!!


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